Dios siempre está.

Me encuentro leyendo el libro “ La bailarina de Auschwitz” de Edith Eger. Este libro me ha hecho sentir y darme cuenta de varias cosas que te quiero compartir.

Estando en los campos de concentración, hay una parte en la cual ella narra que, “se escabulle para trepar una valla y robar unas zanahorias ya que llevaban mucho tiempo sin comer.” Ella está lastimada y muy enferma debido a las condiciones inhumanas en las que ha vivido los últimos meses.  Al saltar la valla de regreso, se encuentra con Mengele, el “capataz” y uno de los hombres más malvados esperándola. Ella había escondido las zanahorias. Sorprendentemente después de unos insultos él la dejó ir. Ella corre y va a donde su hermana (la cuál está igual de enferma) le entrega las zanahorias y se va a dormir sin comer. 

Ahora quiero hablarte de esta parte, lo que yo veo. Veo a una joven con su corazón lleno de amor. Aún con lo que está viviendo, ella solo estaba pensando en la recuperación de su hermana, ni siquiera en la propia. Recordé un pasaje bíblico en el cual Jesús le está hablando a los fariseos. El les dice: “porque de la abundancia del corazón habla la boca. El que es bueno lo es en su interior y habla (da) de lo que tiene ahí…” Mateo 12:35-36

A la mañana siguiente, va a buscarla el mismo hombre que el día anterior la había atrapado. Con una voz estruendosa pregunta por la chica que había encontrado robando las zanahorias el día anterior, ella sabía que si no contestaba el castigo sería para todas, así que hizo frente asumiendo su culpa para que no lastimaran a ninguna de sus compañeras. Se inclinó esperando el castigo, pero para su sorpresa él le tiró un trozo de pan.

Dios dice en su palabra que él "no deja justo desamparado" y es para mí imposible no ver la mano de Dios en todo momento en la historia de esta mujer que hasta el corazón del hombre más malvado que había conocido se hablandó. No le dió de comer a nadie más del grupo que se encontraba presente, solo a ella. ¿Cómo explicas eso?

Cuesta creer que alguien haya realmente vivido cosas tan terribles como las que ella vivió, pero hasta ella reconoce que todas la situaciones que vivió la llevaron al cumplimiento de su propósito de vida, y así la mayoría de las veces sucede en la nuestra. Debemos aceptar las adversidades de la vida con la convicción de que son parte de nuestro proceso y crecimiento personal.

Dios siempre está, él no mide tiempos. Es una promesa que él nos hizo y que siempre ha cumplido.

Si aún no has leído este libro, te sugiero que lo añadas a tu lista de deseos. Te ayudará a ver la vida desde una perspectiva distinta.

"Joven fui y he envejecido, y no he visto justo desamparado ni a su descendencia que mendigue pan" Salmos 37:25

Luz Ester
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